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miércoles, 7 de noviembre de 2007

Los telefonos celulares :Vivir con ellos o a pesar de ellos.

Un teléfono celular es un radio y funciona básicamente como un walkie-talkie, con la diferencia de que en el walkie-talkie o se escucha o se habla y en el teléfono celular se puede hablar y escuchar al mismo tiempo, además de que se pueden hace otras cosas como enlazar tres conversaciones, conferencias, llamadas en espera y buzón de voz entre otras. La desventaja con la que cuentan los teléfonos celulares es que estos no están protegidos y las conversaciones pueden ser interceptadas. Actualmente ya existen leyes para protegernos en contra de quiénes escuchan ilegalmente nuestra conversación sin embargo esas leyes son difíciles de aplicar debido a qué es duro de detectar a alguien escuchando nuestra conversación, por lo que debemos de ser cuidadosos en lo que estamos diciendo durante una conversación a través de un celular.

Una de las aplicaciones más fuertes que ha tenido el teléfono celular, además de la comunicación móvil, es el acceso a Internet móvil como si se estuviera frente a una PC. El término móvil se utiliza para clasificar cualquier terminal radial que se puede utilizar durante operaciones en movimiento y/o distancia. Recientemente el término móvil se utiliza para describir terminales de radio que están adheridas a plataformas con movimientos rápidos como el teléfono celular que puede estar en un vehículo a gran velocidad.

Roberto Diaz en su artículo: Some basics about cell phones explica: "El acceso a Internet mediante el uso del teléfono celular es posible gracias al protocolo WAP (Wireless Application Protocol; Protocolo para aplicaciones Inalámbricas), una especificación para ambientes de aplicaciones y un conjunto de protocolos de comunicación que estandarizan la forma en que los dispositivos inalámbricos, tales como teléfonos portátiles y asistentes digitales personales (PDAs), se pueden utilizar para el acceso a Internet. El WAP fue desarrollado por un consorcio de compañías envueltas con la industria de la telecomunicación inalámbrica, cuyo objetivo era el proveer un método estándar para recursos pequeños y limitados como lo son los teléfonos celulares para acceder Internet" [1 ].

El problema de acceder al www (World Wide Web) mediante teléfonos celulares, radica en que la mayor parte de las páginas tienen formatos y estructuras difíciles de visualizar en una pantalla de cuatro a cinco líneas. Por ello se creó el HDML (Hand Held Device Markup Language; Lenguaje de Marcado para Dispositivos de Mano) que al parecer solucionará el problema. El HDML es un protocolo similar al actual http utilizando en Internet pero sin gráficos ni elementos multimedia.

Con el Internet móvil se puede acceder a una serie de aplicaciones especializadas para aquellos que gustan de explorar y conocer las nuevas tendencias tecnológicas, tales como: Noticias e información del momento, la cartelera cinematográfica de las principales salas, anuncios clasificados, información de vuelos en las principales líneas aéreas, banca electrónica, en fin, un sinnúmero de aplicaciones que hacen del celular, para algunas personas, un elemento indispensable de la vida diaria.


3. Abusos


No podemos negar las ventajas que tiene el teléfono celular en aras de aprovechar el tiempo, pero no cabe la menor duda de que muchos usuarios han perdido la práctica de buenos modales al hacer uso del celular. Con la mayor desfachatez, cuando el teléfono celular suena, se interrumpe cualquier conversación para atender a su reclamo, como si fuera lo más natural del mundo.

El aumento en el uso de los celulares ha ido en aumento en los últimos años en México, según una encuesta del Grupo Reforma [ 2 ] en el 2001 en Guadalajara, 5 de cada 10 tapatíos tienen un teléfono celular, siendo que en 1997 sólo 2 de cada 10 contaba con este aparato de comunicación. Esto es preocupante ya que si la mala educación de los usuarios crece en la misma proporción estaremos viviendo en pocos años con una "plaga" que será difícil de quitar.

Dentro de las personas "abusadoras" del celular, a continuación se listan varias situaciones que muchos de nosotros hemos vivido y que desafortunadamente son del diario.


El restaurante, aquel o aquella persona que habla por teléfono mientras que su acompañante, mira el techo estúpidamente esperando que buenamente se le ocurra terminar su llamada.


El cine o teatro, aquella gente demasiada "ocupada" como para no apagar su celular antes de entrar a la función y justo en la escena más importante de la película o de la obra suena su celular, la mayoría de las veces con la tonada de la cucaracha, y no contento con desviar la atención de los presentes, todavía tiene el descaro de contestar la llamada con voz en tono normal.


La Misa, misma situación que el cine o teatro, aunque lo increíble de esto es que, muchas ocasiones la celebración de la Misa dura aproximadamente 35 minutos, "demasiado tiempo" para dejar de estar conectado (sic).


Las Juntas de Negocios, no es raro que en juntas más o menos reducidas suene escandalosamente un celular y, lo que es peor, que la persona lo conteste una y otra vez, rompiendo el ritmo y la secuencia de la junta.


El automovilista, así como está comprobado que mezclar alcohol con volante es peligroso, mezclar celular con volante también lo es; y es que normalmente una persona que maneja mientras habla por su celular, sin el aditamento de manos libres, pierde el sentido de la atención y empieza a viborear, frenar cuando no debe, dar acelerones, etc. La próxima vez que manejen y noten que el coche de adelante empieza a hacer algunas maniobras extrañas, notarán que por lo general ese automovilista se encuentra hablando por celular.


La conferencia, el individuo que está dando una conferencia ante un buen número de personas y de repente recibe una llamada la cual atiende de inmediato y, gracias al equipo de sonido, todos los presentes se enteran de su conversación. Con relación a esto el Diario de Yucatán publicó en sus páginas la siguiente nota: Declara George Bus la guerra al abuso del celular. "¿Quién está a cargo de los teléfonos celulares?", Preguntó Bus en medio de una rueda de prensa en el Salón Oval de la Casa Blanca junto al primer ministro israelí, Ariel Sharon en visita oficial a la capital estadounidense, dirigiéndose a un desafortunado asistente de prensa, tras un concierto de timbrazos y bips que salieron de los aparatos de los periodistas. "¿Estás a cargo de los teléfonos celulares? No hiciste un buen trabajo al no decirles que los apaguen" dijo Bush, a quien desagradan las personas cuyos celulares suenan sin cesar y desvían la atención de los demás [ 3 ].


El Batman, el clásico tipo que porta en el cinturón, dos beepers, dos celulares y demás equipos electrónicos que de preferencia suenen duro, para que vean lo "importante" que es.


La oficina, el individuo que atiende dos, tres o más llamadas consecutivas estando de visita en nuestra oficina.


El banco, aquél que recibe o hace llamadas dentro de un banco y que a todos los que estamos haciendo fila nos pone los pelos de punta ya que muy probablemente sea una llamada para avisar a un cómplice si tal o cual cliente hace un retiro de efectivo importante y poder despojarlo a su salida de la institución. Con relación a esto, por disposición de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, los bancos comenzaron a prohibir el uso de teléfonos celulares en sus instalaciones como una medida de seguridad. La prohibición surgió porque en un asalto cometido en una sucursal bancaria en la ciudad de México, aparecieron los asaltantes poco después de que alguien hizo una llamada desde un teléfono celular y, para evitar que se repitan casos como ese, se optó por no permitir que ningún cliente se comunique con el exterior desde un teléfono móvil [ 4 ].


Estos abusos del celular no son exclusivos de los Mexicanos, también en otros países sufren del mismo mal y para ejemplo está una anécdota que le publicó el periódico El Norte a José María Muriá, quién es historiador y presidente de El Colegio de Jalisco, de la cuál cito un extracto de ella. " La búsqueda del descanso, y de una presión arterial más baja, me llevó a una anfibia excursión colectiva de siete días por el Mar Mediterráneo y algunos lugares cercanos a la costa. Orgullosos estaban los organizadores de que el Viernes Santo nos tocara precisamente visitar el Vaticano: el meollo del catolicismo. Fue una visita en manada, inmerso en un contingente de "gachupinoparlantes", esto es, quienes hablan un idioma parecido al nuestro, pero en voz muy alta, casi a gritos. Dado que ese día Su Santidad confiesa y pasa después por un rincón de la inmensa y majestuosa basílica pétrea, la multitud allá se aglomeró y nos dejó a unos pocos la posibilidad de emocionarnos a nuestras anchas ante La Piedad. Pero, además, logré reunirme con mis compañeros a tiempo para ver pasar al Papa o lo que queda del pobrecito. Estuve muy cerca, desde un espacio de privilegio que mis compañeros de fortunio tuvieron a bien abrirme. El líder de la Iglesia católica caminaba muy lentamente, con la cintura doblada casi hasta 90 grados y, lo más notable, logramos que se detuviera de manera excepcional y nos mirara por unos instantes, antes de seguir su peregrinar con un rictus de dolor que me dejó también honda huella. Resulta que los hispanos llevan y traen su celular a todos lados y, lo peor, es qué también lo usan indiscriminadamente. Pero uno de ellos, el más corpulento, se había distinguido desde hacía rato por mantener una conversación casi permanente con su esposa o amante, que debió haber quedado en Galicia o cerca de ahí, a efecto de irle narrando lo que veía. Así por ejemplo, nos enteramos todos de que habíamos entrado a la Plaza de San Pedro, de que ingresábamos a la Basílica, de que la puerta utilizada era la del centro y de que, tal como nos había dicho el guía, saldríamos por la derecha y, naturalmente, de que estábamos viendo al Papa. Llegado este momento, el vozarrón de aquella pirámide humana subió a su mayor volumen. Fue tal el escándalo, que hizo al Papa detenerse y mirar hacia nosotros. Estaría a unos cuatro o cinco metros de distancia. Pero lo que ocurrió después es lo que hizo inolvidable el incidente. ¡Ven, Papa!, profirió con toda su fuerza el vozarrón, mientras su dueño le alargaba el celular. -¡Ven, Papa, para que hables con la Mercedes, que no pudo venir!. El aludido siguió su penosa marcha y desapareció por una pesada puerta, con la ayuda de quienes le acompañaban. Entre tanto, el vozarrón decía en tono más bajo y lastimero, después de apagar el aparato: -¡Qué lástima! Yo creo que a la Mercedes le hubiera gustado hablar con él"

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